Los guerreros, exhaustos, embarcaron en una larga travesía. La disentería y el escorbuto se llevaron a muchos de ellos. La embarcación zozobraba cada vez más con el transcurso de los años. En el pecho de los marineros supervivientes residía la luz de la costa y la certidumbre de que, en Septiembre, el horizonte clarearía.
En Septiembre lo que habrá es una gran tempestad negra como la bandera.
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