Me pregunto adónde se dirige la ira que no se expresa. Supongo que al mismo lugar que van las palabras que no se dicen. A una especie de cementerio amorfo en el que se mezclan emociones y conceptos. Pero la ira, el odio y la furia, cuando no se expresan dejan una angustia residual que se acumula. Mina y carcome el interior del ánimo. Anula la voluntad de seguir. Deja un vacío difícil de llenar.
El saber expresar todo el abanico de emociones termina siendo una herramienta básica para la vida. En caso contrario el destino final es la cojera social, la insuficiencia personal, la ineptitud sentimental.
Ódiame.
Poséeme ira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario